martes, 21 de diciembre de 2010

para la libertad

Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.

andaluces de Jaen

   ACEITUNEROS DE JAEN
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Santiago Vega Sombria

El profesor Santiago Vega Sombría, de 43 años, recuerda como una experiencia "muy enriquecedora" los 12 años que pasó como educador de presos en centros de Sevilla, Navalcarnero y Soto del Real (Madrid), donde había que reenganchar en la enseñanza a muchos adultos, en su mayoría camellos de poca monta, toxicómanos o delincuentes de baja escala, llegados de barrios marginales, chabolas y absorbidos por el analfabetismo.

Han pasado siete años desde entonces, pero a este doctor en Historia, número tres de IU al Congreso por Segovia, le quedó claro que, hasta entonces, no sabía el nivel que podía alcanzar su paciencia, "el máximo"; que volvió a sentir las muestras de respeto y cariño que él recordaba de los alumnos a sus maestros, y que el dinero lo es todo: "En la cárcel no entran los narcos con buenos abogados y dinero para pagar fianzas, sino pequeños traficantes; tampoco van los ladrones de guante blanco, sólo los que dan tirones en la calle para comprar droga; es una realidad injusta".

Nacido en Calabazas (unos 100 habitantes), Vega es un apasionado por recuperar la memoria de los represaliados del franquismo -"que eran quienes estaban defendiendo la realidad democrática y constitucional"-, a través de homenajes, charlas, exhumaciones y exposiciones. Como presidente del Foro por la Memoria de Segovia, entiende que "aún no se han desactivado las mentiras que echó el franquismo sobre la II República, y por eso aún hay que divulgar este periodo histórico desde el lado de la ciencia, no del político".

Ésa es la principal causa que le hace lanzarse a la contienda electoral. Conseguir que IU tenga suficiente peso para reformar y profundizar en la Ley de la Memoria Histórica, "que se ha quedado muy corta", porque "aún hay decenas de miles de españoles enterrados en cunetas. La represión fue brutal, pero el paso que se ha dado es insuficiente". Vega se emociona al hablar de este periodo, porque le surgen los testimonios de los que lo sufrieron, aquellos que publicó en el libro De la esperanza a la persecución. La represión franquista en la provincia de Segovia. 1936-1939
DE RUBEN PARA TI JEJEJE

martes, 14 de diciembre de 2010

Enrique Morente

La familia de Enrique Morente ha sido la encargada de comunicar la triste noticia del fallecimiento del cantaor. En un comunicado, en el que confirma la muerte del artista pasadas las cinco de la tarde de hoy, afirma que se marcha "un creador único y una persona maravillosa", que "deja un enorme vacío en nuestros corazones y en el de la música, a los que se dedicó por entero y con entrega a lo largo de toda su vida". Los familiares expresan "en estos momentos difíciles y de dolor", su "sincera gratitud hacia todas las personas que nos han trasladado su afecto y cariño".
La capilla ardiente del cantaor se instalará mañana, a partir de las 15.00 horas, en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), según han informado a Efe fuentes de esa institución.
Ese quejío postrero se le coló de improvisto, como se inmiscuía la genialidad en su voz mientras improvisaba. Enrique Morente ha muerto. Se ha ido como uno de los versos que metió a compás. En un instante. El Pijón del Albaicín de Graná, discípulo primero del jerezano Cobitos y de Juanillo el Gitano por las cuestas nazaríes, apagó su grito abismal antes de tiempo. Con 68 años. Ha muerto sin capacidad para asumirlo. Dos operaciones tal vez demasiado rápidas, una complicación tras y otra, y el final. Morente entró en el hospital por un problema supuestamente menor y ha terminado dejándose las entrañas en una cama de Cuidados Intensivos. Ni el cante de su Estrella al oído ni los ruegos al cielo de su esposa Aurora han bastado.
El espacio de la leyenda
El rebelde revolucionario que rehizo los cimientos del cante ha subido ya al escenario absoluto. Enrique Morente Cotelo, humilde seise de la catedral de Granada que encontró la cima de su talento en el flamenco después de trabajar como peón de zapatero o como ayudante de platero, ha pasado ya al espacio de la leyenda. Y ahora más que nunca hay que recordar su ejemplo. Cómo llegó a Madrid, con apenas 20 años, para intentar comer del cante en la peña Charlot. Cómo ya entonces había logrado quitarse de encima la huella del absentismo escolar leyendo novelas del Oeste. Cómo se arrimó al gaditano Aurelio Sellés y al trianero Pepe el de la Matrona en el bar Gayango de la capital para introducirse con ellos en una escuela cantaora que terminaría devolviendo al lugar que merecía, la de Antonio Chacón.